Pronto es una marca sudafricana de condones que ha ideado un sistema revolucionario para colocarlo en dos segundos.
"Afrontémoslo, usar un condón común es un auténtica molestia", sostiene la página web www.prontocondoms.co.za, que promociona el innovador preservativo .
"Primero tienes que abrir el envoltorio, en ocasiones usando los dientes -explican-. Después tienes que sacar el condón del envoltorio. Descubrir cuál es el lado correcto, antes de que lo puedas desenrollar. En el momento en que te has puesto el condón, la atmósfera de pasión va camino de esfumarse por la ventana".
A pesar de que el preservativo es el método de prevención más eficaz contra el virus del Sida, así como de otras enfermedades de transmisión sexual y de embarazos no deseados, está demostrado que millones de personas en todo el mundo siguen sin querer usarlo.
Tras cinco años de estudios en busca de una solución a este problema, el sudafricano Willem van Rensburg llegó a la conclusión de que una de las razones es que se tarda demasiado en colocarlo, entre 15 y 20 segundos.
"El preservativo, indiscutiblemente, salva vidas, pero... ¿a qué pareja no le ha estropeado la atmósfera de un momento romántico por el engorro que supone ponérselo y el tiempo que se tarda?", asegura Van Rensburg, inventor de la patente.
'Pronto'
"El condón 'Pronto' puede colocarse en dos segundos -explica el inventor-. Simplemente rompes el envoltorio por la mitad y lo desenrollas directamente sobre el pene, así de sencillo". "Mucha gente se queja de que cuando se usa un condón convencional hay que buscarle la dirección en que se desenrolla, pero el condón 'Pronto' sólo tiene una dirección", afirma.
Dentro del aluminio que recubre el preservativo, hay un pequeño mecanismo de plástico en dos de sus extremos que permite desenrollar el látex sobre el pene erecto cuando se tira para abajo.
En un principio, el condón "Pronto" saldrá a la venta sólo en Sudáfrica pero posteriormente planean lanzarlo fuera de las fronteras nacionales. Su fábrica se encuentra en Stellenbosch, en Ciudad del Cabo, y su manufacturación se ajusta a los estándares internacionales de calidad. Se vende a un precio convencional y los hay de distintos tipos y para los gustos más refinados: con sabores de frutas, de colores, rugosos, gruesos, finos y extrafinos.
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